Publicado en El Nuevo Herald el 07 de octubre 2016:
Los gobiernos militares han sido una calamidad en América Latina. Los más opresivos y devastadores han sido los de los comunistas hermanos Castro en Cuba, y, los de sus obedientes subalternos venezolanos, Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Venezuela en casi 190 años de vida republicana, apenas ha conocido menos de nueve lustros de gobierno civil. La Democracia con mayúsculas discurrió en verdad con los gobiernos civiles de los albores de la república y, después, con las presidencias de José María Vargas, Juan Pablo Rojas Paul, Wolfang Larrazábal (almirante civilista), Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Herrera Campins, Jaime Lusinchi y Ramón J, Velásquez.
Ahora sufrimos los venezolanos un gobierno militar con máscara civil, autoritario, continuista y corrupto, que ha convertido a Venezuela en un narco-estado teledirigido desde La Habana. Pero en el país no todos los oficiales de la Fuerza Armada son bandidos, entregados al narcotráfico, saqueadores del erario público y de rodillas ante la tiranía cubana.
Hay oficiales comprometidos con el narcotráfico, como Diosdado Cabello y el Pollo Carvajal; incondicionales de Cuba como Vladimir Padrino; soñadores con una imposible resurrección del chavismo, como Reyes Reyes, Rodríguez Torres y Acosta Chirinos; y un elenco de corrompidos y/o asustados, cómplices por acción u omisión de la tragedia que el castro-chavismo perpetró en Venezuela.
Pero hay también oficiales dignos, valientes, apegados a la Constitución Nacional, enemigos de madrugonazos, tan interesados como los civiles, en una salida pacífica y legal al desastre chavista (el Referendo Revocatorio), que no se han dejado corromper ni asustar.
Esos oficiales son hoy en dìa mayoritarios en nuestra Fuerza Armada, como quedó demostrado en las elecciones parlamentarias del pasado diciembre.
Esos son nuestros militares, a quienes respetamos y queremos. No debemos aceptar que se les meta en el mismo saco de los forajidos uniformados del castro-chavismo.