“No hay que cambiarle la cara al equipo ganador”.
Billy Martin, ex manager de los Yanquis de Nueva York.
La histeria golpista de los mayordomos de Raúl Castro, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, abrumados por el inmenso rechazo popular que recibieron el 6 de diciembre, no debe conducirnos a los venezolanos democráticos a caer en provocaciones o dejarnos embargar por la ira o la desesperanza.
El duo rabioso se niega a hacerse la autocrítica que la inteligencia recomienda en esos casos de derrotas tan abrumadoras. Siguen repitiendo las necedades de siempre, insultando y amenazando. En el mundo castrochavista la conducta de ellos crea confusión bochorno y caos.
Por eso debemos actuar con paciencia, prudencia y serenidad. Maduro y Cabello, después del repudio del pueblo, están recibiendo el distanciamiento de los militares democráticos que hicieron cumplir la Constitución la noche peligrosa del domingo 6 de diciembre, y, se tropiezan con gente de sus propias filas que reclama una autocrítica, entre otros, Freddy Bernal, Vielma Mora, Juan Barreto, Giordani, Navarro, Rodrigo Cabezas, la gente de APORREA (estos llegaron a pedir la renuncia de Maduro) y hasta el grupo violento TUPAMAROS, por cierto aplastado electoralmente en los barrios populares.
“No hay que cambiarle la cara al equipo ganador”, decía el antiguo manager de los Yanquis de Nueva York, Billy Martin, esto es que si ganas con una alineación no debes cambiarla, o sea que si triunfas actuando de un modo, debes repetirlo.
La oposición democrática ganó porque hasta un buen porcentaje de los chavistas se obstinó del fracaso Castro-Chávez-Maduro-Cabello: entrega al comunismo cubano, desabastecimiento, corrupción, inseguridad, soborno social, represión, ultraje a la Constitución Nacional…
Porque la oposición utilizó y utiliza un lenguaje de diálogo y reconciliación entre los venezolanos. Porque rechazó y rechaza el revanchismo y el ajuste de cuentas.
Porque resistió la incomprensión y hasta los insultos de nuestros extremistas, no se impacientó, repudió el golpismo y la violencia y se comprometió sin ambages y con coraje con la línea, pacífica, electoral y legalista.
Porque mantuvo la unidad a todo trance y, sin abdicar las diferencias lógicas entre gente democrática, se reunió en la MUD para actuar solidariamente, con liderazgo colectivo y sin caer en la tentación de enamorarse de líderes mesiánicos y/o mediáticos.
Porque no perdió la vocación programática, el interés de proponer soluciones concretas para la ruina creada por el castrochavismo, para la solución de los problemas sentidos de los ciudadanos de todas las clases y tendencias.
En esa línea de acción que nos llevó al triunfo de dos tercios en la Asamblea Nacional, debemos mantenernos. No debemos caer en las histéricas provocaciones del castrochavismo. No perder la sindéresis, mantener la calma, gerenciar con sensatez la mayoría parlamentaria que el pueblo nos dio, respetar el derecho de las minorías como ellos nunca lo hicieron, trabajar contra el odio y por el reencuentro entre los ciudadanos, son las exigencias claves en esta hora optimista que la madre historia nos prodigó.