Publicada el sábado 8 de setiembre de 2018 en “elNuevo Herald” de Miami
En los años de gracia de 1721 y 1722, se creó la Real y Pontificia Universidad de Caracas, por cédula de Felipe V de España y bula del Papa Inocencio XIII. A casi tres siglos de su fundación, esa institución se conoce como Universidad Central de Venezuela (UCV) y su rectora es la ilustre académica Cecilia García-Arocha.
La doctora García-Arocha antes de ser elevada al rectorado fue electa por el claustro cuatro veces como Decana de la Facultad de Odontología y una como Secretaria de la Universidad. Ya desde sus tiempos estudiantiles era una figura universitaria.
Al frente de la UCV ella ha liderado la resistencia al acoso contra esa casa de estudios, perpetrado por la bandidocracia castrochavista. Un ensañamiento contra la autonomía universitaria y su cultura democrática, solo comparable al de la bárbarocracia gomecista a principios del siglo XX.
La rectora, confiable defensora de los derechos humanos, protestó la abusiva detención de los hermanos Requesens, estudiantes de la UCV, acusados de una supuesta tentativa de magnicidio. Otro atropello insólito de la dictadura venezolana.
Por su digna postura, Cecilia fue atacada por una asociación de rectores castrochavistas, con las insolencias y calumnias que son propias de ese tipo de gente. La genuina Asociación de Rectores Universitarios de Venezuela (AVERU), no tardó en replicar al agravio:
“Pretender vincular a la Dra. Cecilia García-Arocha Márquez con actos terroristas contra el estado venezolano, es desconocer su trayectoria y actuación transparente, en defensa de la autonomía universitaria…y a la vez busca infructuosamente desviar la atención del país de la grave situación social y económica que vive la población venezolana…”.
Y en un whatsapp que me envió, la querida amiga García-Arocha nos recuerda que a pesar del acoso oficial, la UCV mantiene en Latinoamérica un puesto de privilegio, como lo demuestra elranking QS británico.