Publicado el sábado 22 de setiembre de 2018 en el diario “elNuevo Herald” de Miami
En Argentina el nombre Facundo porta solera. Así se llama la obra con la cual el perínclito Domingo Faustino Sarmiento, formuló su memorable tesis del conflicto entre civilización y barbarie. Y así se llamó un caballero libertario que solía presentarse en sus conciertos con estos versos:
“No soy de aquí, ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir y ser feliz es mi color de identidad”.
El cantautor Facundo Cabral fue la crepitante representación del hombre libre, ajeno al vértigo, el ruido, la robotización, el agobio consumista y competitivo de esta sociedad tentacular y constrictora.
Nativo de Tandil en la provincia de Buenos Aires, Cabral se convirtió en un andariego que se presentó con sus canciones en unos 165 países. En todos logró éxitos resonantes y seguidores devotos de su empeño sencillo y luminoso.
La semana pasada se realizó en Doral, Florida, un homenaje a Facundo Cabral, auspiciado por la universidad Rafael Belloso Chacín (URBE), el Centro Cultural Argentino y el Consulado de esa nación austral.
Se proyectó un documental que celebra su vida y narra su equívoco asesinato el 9 de julio de 2011, en Ciudad de Guatemala. El filme fue realizado por el cineasta de largo aliento Arnaldo Limanski, sobre la base de un testimonio del leal amigo de Cabral, Percy Llanos, recogido en un libro por su hija Gabriela.
En el mismo acto se presentó la novela “Viejo caserón de San Telmo”, de la escritora Gabriela Llanos, hija de Percy y vitalmente sobrina adoptiva de Facundo Cabral.
Fue emocionante participar en una noche de recuerdo del hombre que confesaba su amor por la madre Teresa de Calcuta, Walt Whitman, Jorge Luis Borges, Marcel Marceau, Atahualpa Yupanqui, Chabuca Granda, Astor Piazzolla y otros que al decir de Fray Luis, están entre “los pocos sabios en que el mundo han sido”.
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