Publicado en El Nuevo Herald el 10 de junio del 2016:
Lo que hizo grande al inolvidable Alì, no fue solo que en el ensogado, “flotara como una mariposa y picara como una abeja”, sino sobre todo, que era capaz de correr el riesgo de mantener sus principios, defender a su gente, pagar el precio de sanciones y perder popularidad y poder. Por eso el gran campeón de los pesados murió como una figura histórica.
Esto se nos ocurre por el deceso del héroe, pero también por el triste espectáculo de tres ex presidentes: Leonel Fernàndez (Rep. Dominicana). Rodrìguez Zapatero (España) y Ernesto Samper (Colombia), tejiendo una maniobra para proteger al dictador de Venezuela, Nicolàs Maduro, de la inevitable derrota que el pueblo venezolano le propinarà con el Referendum Revocatorio.
Se entiende que aliados políticos y beneficiarios económicos del castrochavismo, como los antes mentados, le paguen sus servicios a Maduro y a los hermanos Castro de Cuba, promoviendo un “diálogo” que los chavistas han rechazado durante 17 años, con el desembozado propósito de impedir que los ciudadanos, pacìfica y electoralmente, resuelvan el destino de la Venezuela martirizada y arruinada por el neocomunismo.
Lo que resulta arduo de comprender, para los que profesamos devoción por la Carta Democràtica Interamericana, es el cambio de postura del presidente Macri de Argentina, con cuyo triunfo electoral tanto nos ilusionamos, con respecto al gobierno opresivo, corrupto e insolente que sufre Venezuela. La acrobacia del señor Macri, nos ha llenado de confusión y melancolía.
Se dice que Macri dio el insòlito giro, engatusado por una burócrata internacionalista cuya segunda piel es la ambigüedad, atrapada en la quimera de ser secretaria general de la ONU; otros dicen que el rebote del mandatario argentino, obedece a presiones de financistas electorales con negocios en Venezuela. En cualquier caso estamos muy tristes, porque abrigábamos la esperanza de que Mauricio Macri se convirtiera en el líder de la democracia continental.