Gracias al doctor Guillermo Lousteau pude conocer, nutrirme de sus conferencias y hasta disfrutar la amistad del abogado y catedrático Francisco Delich, uno de los intelectuales más ilustres de la Argentina y Latinoamérica contemporáneas.
Delich fue rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA), a la que tuvo que reorganizar después de casi dos décadas de dictadura; también estuvo a la cabeza de la máxima Casa Estudios de su natal Córdoba y cuando lo conocí, en un curso en la FIU de Miami, era presidente del Consejo Superior de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
Como académico comprometido con su pueblo, no le escurrió el bulto a la política. Por eso fue Secretario de Educaciòn del presidente democrático Raúl Alfonsín, además de diputado regional en Córdoba y en el Congreso Nacional argentino.
Como autor fue muy prolífico, entre sus libros encontramos “Metáforas de la sociedad argentina”, “808 días en la Universidad de Buenos Aires”, “Tierra y conciencia campesina en Tucumán”, “Crisis y protesta social”, “la invención de la educación”, “El desempleo de masas”, La crisis en las crisis”, “Repensar América Latina”…
Francisco Delich recibió el doctorado Honoris Causa de las universidades de San Marcos de Lima, Nottingham de Inglaterra y Soka de Japón. Aparte de profesor e investigador brillante, fue un hombre bueno, sencillo, de proverbial sindéresis.
Un enorme privilegio fue conocerlo. Murió hace unos días. ¡Qué brille para él la luz perpetua!