Publicado en El Nuevo Herald el 19 de febrero del 2016:
En Caripe, mi pueblo encaramado en las serranías del Turimiquire, en el oriente de Venezuela, la maestra de primaria nos enseñó que, entre las naciones que liberó, Bolivia era la favorita de Simón Bolívar. Y que nuestro Mariscal Sucre, su primer presidente, demostró que se puede gobernar sin saquear el tesoro público y sin maltratar a los ciudadanos.
La historia republicana de Bolivia ha siso convulsa, acosada por los apetitos expansionistas de sus vecinos, ultrajada por el autoritarismo de caudillos militares y civiles y, por fortuna, iluminada por la acción de hijos útiles, verbigracia:
El mariscal Santa Cruz que organizó el estado; Adolfo Ballivián que lo consolidó; y los héroes de sus guerras, Eduardo Abaroa (la de Chile); Ismael Montes (Brasil); Germán Bush (Paraguay) y desde luego Paz Estensoro que democratizó el país y Sánchez de Lozada que intentó modernizarlo.
Pero de nuevo Bolivia cayó en las garras del populismo demagógico, represivo y ruinoso, Evo Morales y García Linera, el marxista que lo manipula, son la desgracia de esa nación siempre tan prometedora.
Evo con su máscara de indígena, además de convertir a Bolivia en un narcoestado, la ha saturado de encarcelados y desterrados, entre otros: Leopoldo Fernández (gobernador), Roger Pinto (senador), Branko Marinkovic (empresario), Manfred Reyes Villa (candidato presidencial), Marco Justiniano (militar legalista), Carlos Sánchez Berzaín (ministro), Mario Cossio (gobernador), Mario Bruno (académico)…
Ahora Evo Morales quiere tragarse el poder para siempre. Este domingo hace un referendo para intentar la elección presidencial indefinida. Ya se sabe que él perderá esos comicios, a menos que perpetre un fraude monumental. La gente se cansó de los abusos de Evo. El libertador Bolívar decía: “Si un gobernante pasa mucho tiempo en el poder se acostumbra a mandar y el pueblo a obedecerlo, de donde derivan la usurpación y la tiranía”… Por eso BOLIVIA DICE NO.