Mal aconsejados por Raúl Castro, Maduro y Cabello han escogido la confrontación. Esa es una táctica suicida para ellos y nefasta para Venezuela
Están ocurriendo moderados pero perceptibles cambios en el comportamiento de los militares venezolanos. No es para sorprenderse demasiado, porque la cultura democrática de nuestras Fuerzas Armadas no podía ser avasallada definitivamente por el castrochavismo.
Ya sabíamos del descontento creciente en la oficialidad por la abusiva intromisión de la Cuba de los Castro en las operaciones de nuestro ejército, Marina, Aviación y Guardia Nacional; el alineamiento de Chávez y Maduro con el terrorismo fundamentalista musulmán; la sumisión del Alto Mando Militar a los carteles del narcotráfico; y el empobrecimiento creciente de oficiales, sargentos, clases y soldados, frente a la descarada corrupción de los generales cómplices del régimen castrochavista
Veamos algunas señales curiosas recientes:
Cuando Maduro y el narcogorila Diosdado Cabello se percataron de que su partido, el PSUV, estaba descalabrado y no podía asegurar la movilización roja para las parlamentarias del 6 de diciembre, le exigieron a las Fuerzas Armadas que cumplieran esa tarea.
Pero ¡oh sorpresa!, los clásicos comacates (comandantes, mayores, capitanes y tenientes), se negaron en redondo a hacer el papel de activistas políticos y, por añadidura, le hicieron saber a los mayordomos de Raúl Castro (Maduro y Cabello), que ellos harían respetar el resultado electoral, ganare quien ganare.
El 6 de diciembre, día de las elecciones parlamentarias, las Fuerzas Armadas actuaron institucionalmente. Impidieron que se concretara la violencia que Maduro y Cabello le habían ordenado a sus bandas armadas (colectivos) para confundir el proceso y poder desconocer los resultados. Todavía más, la oficialidad exigió que se reconociera esa noche el clamoroso triunfo de la oposición democrática.
Y por si fuera poco, ya se sabe que la inmensa mayoría de los militares que votaron el 6 de diciembre, lo hicieron por los candidatos de la oposición democrática. Ni el soborno ni las amenazas pudieron detenerlos.
Oficiales con ascendencia en sus colegas de armas, como los generales ex ministros Rodríguez Torres y Raúl Baduel, han llamado al castrochavismo a un mínimo de sensatez, a evitar el golpe de estado judicial con el cual pretenden negar la decisión soberana del pueblo venezolano de votar para constituir una nueva mayoría en la Asamblea Nacional.
Nadie en la oposición democrática avala salidas violentas y/o ilegales. Todos estamos por una solución pacífica y electoral que lleve a una reconciliación entre los venezolanos, plataforma inevitable para rescatar al país de la ruina política, económica y moral en que la hundió el castrochavismo. En esa estrategia solidaria y creadora, deben marchar juntos los militares y los civiles decentes y patriotas.
Mal aconsejados por Raúl Castro, Maduro y Cabello han escogido la confrontación. Esa es una táctica suicida para ellos y nefasta para Venezuela. Por eso nuestros militares deben hacer valer la Constitución.
El próximo paso es evitar que el castrochavismo impida el 5 de enero, la instalación de la Asamblea Nacional que la ciudadanía por enorme mayoría eligió el redentor 6 de diciembre del 2015.