La táctica clara del castrochavismo es instalar el pesimismo, el desencanto y por ende la abstenciónen los votantes, de cara a las elecciones parlamentarias venezolanas del venidero 6 de diciembre.
Su propósito es convencernos de que ellos son invencibles, que no vale la pena votar, que pase lo que pase o hagamos lo que hagamos, ellos se saldrán con la suya y terminarán ganando una elección en la cual según las encuestas confiables, están a más de 20 puntos (unos cuatro millones de votos) por debajo de la oposición democrática.
Para llenarnos de rabia, miedo, recelo y apatía, ellos han perpetrado las peores fechorías:
Prisión y exilio de líderes democráticos; inhabilitación de candidatos; cierre a la posibilidad de observación electoral internacional imparcial; provocaciones a países vecinos para justificar estados de emergencia que compliquen el proceso comicial; agresiones de sus bandas fascistas (colectivos) a los candidatos populares; soborno social masivo (compra de votos); compra de algunos dirigentes opositores para lograr dividir el voto democrático; uso del truco de una tarjeta que imita a la de la unidad de la oposición, para crear confusión; bloqueo de las posibilidades de expresión de los candidatos democráticos en los medios de comunicación; castigo a los chavistas descontentos por el fracaso del gobierno…
Y es que el castrochavismo sabe que todas esas maniobras, sus fraudes y violencias, no son suficientes para evitar su derrota. Por eso su gran objetivo es la abstención. Que vote muy poca gente para ellos poder ganar con el 19% de respaldo que les queda. Y desde luego el gran objetivo nuestro es derrotar la abstención para derrotar al castrochavismo.
Entonces debemos declararnos en campaña contra la abstención. Los que estamos en el destierro tenemos que enviar miles de mensajes y otras tantas llamadas para convencer a los ciudadanos de que voten. Lo peor que nos puede pasar no es el fraude que ellos nos hagan, si no el que nos hagamos a nosotros mismos no votando.
La abstención es el enemigo. No votando les regalamos nuestro voto a ellos. Es así, sólo nosotros podemos derrotarnos el 6 de diciembre.