Mi primera decisión, después de juramentarme el año 2000 como Alcalde de Lechería (Venezuela), fue designar al general de división de la Guardia Nacional, Gonzalo Bajares Colmenares, como director general de la Alcaldía.
Bajares Colmenares, que había sido comandante de la Policía Metropolitana de Caracas, viceministro de la Defensa, comandante de la GN en el estado Anzoátegui y después de su retiro, excelente concejal, estaba orgulloso de ser un guardia nacional. No era para menos, la Guardia era recia, útil y respetada como versátil entidad de servicio público.
Hace pocas décadas, el siniestro dictador haitiano Papa Doc Duvalier, para sembrar el terror en su pobre y martirizada isla, creó a los temidos tontons macoutes, un aparato de criminales encargado de atropellar a los opositores a su tiranía.
Después leer el reportaje en El Nuevo Herald de Miami del valiente periodista Antonio María Delgado, donde informa sobre el sadismo con el cual la Guardia Nacional, por órdenes de Nicolás Maduro y su socio el narcogorila Diosdado Cabello, ha torturado a los estudiantes Raúl Emilio Baduel (hijo del general Raúl Isaías Baduel, otra víctima de persecución del castrochavismo) y Alexander Tirado, hay que llegar a la conclusión de Hugo Chávez no pudo destruir la Guardia Nacional, pero logró convertirla en una banda despreciable, los nuevos tontons macoutes.
Y además de Baduel y Tirado hay otros estudiantes vejados y condenados sin pruebas. Mientras tanto la Guardia que tanto amaba mi general Gonzalo Bajares Colmenares, es hoy en día por voluntad del castrochavismo, la enemiga pública número uno de la juventud decente y combativa de Venezuela.