Publicado en El Nuevo Herald el 10 de abril del 2020. Leer en El Nuevo Herald.
Más de quinientos periodistas españoles que atienden la fuente del palacio de gobierno, La Moncloa, han elevado su protesta por el empeño del gobierno socialcomunista: Pedro Sánchez-Pablo Iglesias, en coartar el derecho de los reporteros a preguntar libremente en las ruedas de prensa presidenciales.
Es una muestra más de cómo el pacto acrobático del PSOE (Sánchez) con PODEMOS (Iglesias), imita el estilo y las prácticas de gobiernos autoritarios como los de China, Cuba, Nicaragua, Rusia, Turquía, Palestina, Venezuela, Siria e Irán.
Además, ellos, como es natural en los populistas de todas las pelambres, agreden a los medios de comunicación social y a los periodistas indóciles. Para ellos, cualquier crítica a su gestión, por más consistente y documentada que sea, es “fake news”.
Y al lado de ese ominoso rechazo a la prensa, vemos a los mandamases españoles, por irresponsables razones electoreras, desenterrando los odios y rencores de la guerra civil hispana. Una confrontación que produjo más de un millón de muertos y devastó a España.
En esa guerra los extremistas de ambos bandos, nacionales y republicanos, “matarojos” y “matamonjas”, perpetraron los excesos y fechorías más espantosas. Entre las más inolvidables por odiosas están, por parte de los franquistas el asesinato del inextinguible poeta andaluz Federico García Lorca, y por parte de los republicanos la atroz matanza odenada por el caudillo comunista Santiago Carrillo, en la población de Paracuellos del Jarama.
Los españoles gracias a una transición modélica, en la cual se crecieron casi todos bajo la batuta del rey Juan Carlos y el presidente del gobierno, Adolfo Suárez, tuvieron la inteligencia de no chapotear en los pantanos del pasado, para entregarse a la construcción de una sociedad abierta paradigmática.
¡Es un crimen resucitar esos sangrientos fantasmas pretéritos!
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