Gustavo Dudamel es un músico venezolano, joven y brillante, exitoso, tanto que podríamos estar orgullosos de él, si no fuera por lo que consideramos su irresponsabilidad ciudadana, al dejar que su imagen se marchite en el apoyo al nefasto régimen castrochavista de Venezuela.
En días pasados, a través de las redes sociales, se suscitó un interesante debate sobre Dudamel, entre dos latinoamericanos de fuste, Fernando Mires y Gustavo Coronel. Se trataba de determinar si se puede criticar o no a un artista, por sus posiciones políticas.
Me inclinó por la postura de Gustavo Coronel, pues la genialidad artística no exime de la responsabilidad social. Sobre todo una figura como Dudamel no puede avalar con su prestigio a los que han conducido a su país a la ruina económica, política y moral.
El libertador Simón Bolívar lo expresó de un modo nítido y contundente: “El talento sin probidad es un azote”.
Ahora bien, este joven es un genio y será un lujo para la venezolanidad cuando rectifique. Ha dirigido conciertos en Los Angeles, Israel, Birminghan, Dresden, Bonn, Liverpool, Milan, Chicago, Londres, Viena, Nueva York, Hollywood, Bogota, Caracas, su natal Barquisimeto…
Además ha recibido premios y reconocimientos como el Grammy, Anillo Beethoven, Gustav Mahler, los doctorados Honoris Causa de las universidades venezolanas Lisandro Alvarado y del Zulia, en fin todo una rutilante celebridad.
¡Qué el Señor lo guarde y lo ilumine!