Publicado en El Nuevo Herald el 19 de Diciembre del 2019. Leer en El Nuevo Herald.
De tanto haber fatigado la vida en la política, el periodismo y la escritura, nos acostumbramos a hablar y escribir de un modo asertivo, con alarde de seguridad en lo que afirmamos.
Pero los tiempos cambiaron de modo sorpresivo y sísmico. La vorágine de la realidad contemporánea nos conduce a un vértigo de incertidumbre. Estamos frente a cambios de gran calado, quizás de rango civilizatorio:
Robotización inexorable y posible tiranía de las computadoras; consolidación del espectáculo como formato y fin de la cotidianidad; veneración de la violencia en sus más odiosas expresiones; jóvenes disfrazados de distintos y rebeldes para terminar uniformes y conformistas; pugna de las tribus emergentes (feminismo, ambientalismo, LGTB, indigenismo, religiosas…)con la globalización inevitable; brote de las indignaciones manipulables por los poderes embozados; arrase suicida de la naturaleza; curiosidad sideral mutilada por el armamentismo desenfrenado; relativismo cultural rabioso; dictadura de la “corrección” política; desigualdad social en medio de la abundancia capitalista; viejo comunismo fracasado con su antifaz progresista; caos informático, desapego de las redes a la verificación, “fake news, aislamiento digital juvenil, extravío del individuo solitario en la muchedumbre…
Estos torrenciales desafíos de la nueva realidad real o virtual, nos llaman a leer, conversar, meditar de manera reposada y continua. No cejar en el intento de entender, capturar las pistas del laberinto. Los políticos y los periodistas no podemos resignarnos a la ignorancia audaz. No debemos desprendernos de nuestro compromiso pedagógico.
Para tal efecto la duda más que la certeza es el instrumento de la inteligencia. Es la duda, el cuestionamiento, lo que hace avanzar el conocimiento y al género humano todo. La duda que admite las gambetas del azar.
Con razón decía el perínclito británico Bertrand Russell:
“El problema hoy es que los sabios tienen muchas dudas y los ignorantes están muy seguros de sus ideas”.
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