Publicado en El Nuevo Herald el 18 de Octubre del 2019. Leer en El Nuevo Herald.
En estos días conversaba con cuatro amigos de la resistencia a la dictadura de la bandidocracia castrochavista: Horacio Medina (petrolero), Vladimiro Mujica (académico), Rafael Fernández (empresario joven) y Abel Ibarra (poeta), acerca de la cuarteta de falacias que el comediante eterno Hugo Chávez, pretendió imponerle a los venezolanos. A saber:
La Democracia Civil anterior a él era un desastre. Afortunadamente alguien de tanta autoridad como el historiador Manuel Caballero, planteó tajante que los 40 años de la Democracia Civil (1958-98), fueron los mejores de toda la historia de Venezuela.
El era el representante del pensamiento y la obra de Bolívar. En 2002 yo escribí un libro: “El falso retrato de Simón Bolívar”, para demostrar que entre Chávez y el libertador hay un abismo.
El combate es de pobres contra ricos. Ese desteñido concepto marxista no es solo erróneo, sino también ruinoso para las sociedades.
La lucha es de jóvenes contra viejos. Quizás la más necia de las distorsiones. Por que la contradicción es de las ideas nuevas contra las anquilosadas y, tales ideas renovadoras, pueden ser representadas por una mujer, un varón, un gay, un heterosexual, un pobre, un rico, un joven, un veterano…
Así eran jóvenes de ideas y mayores en edad: Churchill, Adenauer, De Gaulle, F. D. Roosevelt, Golda Meier, Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Rómulo Betancourt, F. H.Cardoso, Patricio Alwyn…
Llegaron relativamente jóvenes al poder con resultados desastrosos para su país: Adolfo Hitler, Benito Musolini, Fidel Castro, Perón, Chávez, Daniel Ortega…
Y en el gobierno encontramos a jóvenes útiles como John Kennedy, Adolfo Suárez, Barack Obama, Enmanuel Macrón, George Bush, Iván Duque, Juan Guaidó…
De tal manera que lo juicioso y productivo es una alianza de jóvenes y viejos lúcidos, modernos y productivos, contra viejos y jóvenes, intransigentes, engreídos, jurásicos e inútiles.
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