Articulo publicado en El Nuevo Herald de Miami el día 23 de marzo del 2019
México lindo y querido es sin duda uno de los países líderes del hemisferio. Perderlo para el pluralismo y la convivencia sería una desgracia. Sobre todo cuando la democracia recuperó a Honduras de manos de Zelaya, a El Salvador de Cerén, Paraguay del veleidoso obispo Lugo, Ecuador del engreido Correa, Brasil de Lula y Dilma, Argentina de la codiciosa pareja Kirhner y está en el camino de rescatar a Nicaragua y Venezuela.
Se han cumplido 100 días de gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), caudillo autoritario y populista, con gran habilidad para la demagogia y la agresión verbal a los adversarios. Cerca del 80% está hoy la populariudad de AMLO. Se activan las alarmas.
Hay mucha ilusión con AMLO en el pueblo sencillo. No debe sorprender después del desastre de la gestión de Peña Nieto. Pero lo que si angustia es ver a periodistas, otros profesionales, intelectuales y empresarios entusiasmados con el caudillo populista, ¡hasta Carlos Slim, válgame Dios!
Pero ya el neonato presidente mexicano está dando muestras de sus intenciones, el profesor veracruzano Agustín Basilio de la Vega, escribió:
“Las principales decisiones apuntan a un cambio de las políticas económicas, tendientes a disminuir la participación de los particulares en la creación de riquezas y servicios, y a incrementar el papel del estado en el desarrollo económico de México”.
Otra calamidad que vaticinan los especialistas mexicanos es que las medidas improvisadas y estatistas de AMLO, anuncian una sensible disminución del crecimiento económico del país.
Se teme que AMLO trate de usar su popularidad coyuntural para promover un cambio constitucional que le permita implantar esa reelección que tanto daño le hizo a México en el pasado. No sería raro. Después de todo López Obrador es un fan de los hermanos Castro de Cuba, Hugo Chávez y Maduro de Venezuela. jalexisortiz@gmail.com @alexisortizb www.alexisortiz.com