Publicado el sábado 17 de marzo de 2018 en “El Nuevo Herald” de Miami:
La tragedia que vive Venezuela con la bandidocracia castrochavista, la prepotencia del cocalero Evo Morales (Bolivia) y el acusado de pedofilia Daniel Ortega (Nicaragua), la persistencia del horror cubano y el espanto que nos embarga por la posibilidad de que el México lindo y querido caiga en manos del virulento demagogo López Obrador, nos hacen olvidar que el llamado socialismo del siglo XXI está al borde del colapso.
En los últimos años los populistas autoritarios han sufrido varios traspiés, veamos:
En Bolivia el postizo indígena Evo Morales fue derrotado en un referéndum, con el cual buscaba la reelección indefinida como mandamás abusador.
En Brasil el obrero millonario Luiz Inacio Lula Da Silva ha quedado al descubierto como agente descarado de la corrupción de Odebrecht y Petrobras -y agente dócil de los hermanos Castro de Cuba.
En Honduras fue derrotado Salvador Nasralla, el candidato protegido del neocomunista Manuel Zelaya.
En Ecuador el pueblo rechazó la pretensión del odioso Rafael Correa de un tercer período presidencial.
En Chile el candidato de la confusa Michelle Bachelet fue derrotado por el estadista Sebastián Piñera.
En Argentina el lúcido y moderno Mauricio Macri, no solo derrotó a la pendenciera Cristina Kirchner, sino que además está salvando a su país del cáncer peronista.
Y en Colombia, el pueblo en muestra de sabiduría que lo enaltece, con los resultados electorales recientes, comenzó a librar al país de la narcoamenaza de la FARC y del castrochavista Gustavo Petro. Se abrió el camino para la presidencia idónea del candidato de la fórmula democrática que auspician los presidentes Uribe y Pastrana: Iván Duque.
Vale la pena seguir luchando para que en Latinoamérica retoñen la libertad, los derechos humanos y el desarrollo económico sustentable. Hay motivos para un prudente optimismo. No podemos aflojar hasta que Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela sean completamente libres