Artìculo publicado el sàbado 18 febrero 2017 en “El Nuevo Herald” de Miami:
En tiempos de la Democracia Civil en Venezuela, es decir, antes de la actual pesadilla castrochavista, los políticos de distintas ideologías podíamos entendernos para lo trascendente y hasta ser buenos amigos. De allí viene mi cercanía con Antonio Ledezma, hombre probo y recio, y con su esposa Mitzy Capriles, la mejor mujer que puede tener un dirigente, así en días amables como en la adversidad.
El abogado Ledezma, desde que reveló su talento como secretario juvenil del partido social demócrata Acción Democrática, ha hecho una carrera política fulgurante y útil. Fue diputado, senador, gobernador y varias veces alcalde. Actualmente es el Alcalde Mayor de Caracas y, paradójicamente, por esa razón es un perseguido del castrochavismo.
En el 2008 por primera vez y de modo clamoroso, Antonio Ledezma ganó la Alcaldía caraqueña pese al descarado ventajismo oficialista. Hugo Chávez, pendenciero, soberbio y narcisista, no le perdonó esa para él una humillación. De inmediato procedió a violar la legalidad para arrebatarle funciones y competencias a la Alcaldía y nombrar a una dócil burócrata, para hacer el desangelado papel de gobierno paralelo en la capital de Venezuela.
No contento con ese atropello, en febrero del 2015, el castrochavismo montó un show para detener sin juicio y sin delito a Antonio Ledezma. La ridícula acusación hablaba de golpe de estado. El propio Antonio respondió así: “En lo que va de régimen de Maduro ya van 12 supuestos golpes de estado. Aquí los que tienen el golpismo en los tuétanos son estos señores que están en el gobierno”.
Miles de alcaldes de los cuatro puntos cardinales del planeta, la ONU, OEA y otras entidades de rango, han reclamado la libertad de Antonio Ledezma. Se cumplen dos años de injusta prisión y mañana la Asamblea Nacional de Venezuela hará una sesión solemne en homenaje a este criollo libertario y de compromiso.