Publicado en El Nuevo Herald el día 18 de Noviembre del 2016:
Una de estas noches de plenilunio, cuando me dirigía a la Feria del Libro de Miami, organizada por el Miami Dade College, para escuchar una conferencia sobre el ex presidente argentino Raúl Alfonsín, llamé al poeta Abel Ibarra para que me volviera a contar lo que vivió, con su novia para la época, la actriz Doris Wells, la noche del domingo de Semana Santa de 1987 (me gusta ese cuento).
Abel me relató:
-Estábamos en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, cientos de miles de personas, en tensión máxima, esperando los resultados del diálogo de Alfonsín con los golpistas “carapintadas” del teniente coronel Aldo Rico. En eso aterrizó el helicóptero presidencial, al rato apareció en el balcón el primer mandatario y saludó:
“! Argentinos, felices pascuas, los rebeldes se han rendido sin condiciones. No se ha derramado una gota de sangre!”.
Una vez más, no sería la última, la sabiduría de Raúl Alfonsín había contribuido a salvar la Democracia. Eso recuerda que cuando le preguntaron al presidente venezolano Jaime Lusinchi, por su colega de Buenos Aires, respondió: “Argentina tiene un presidente de lujo”.
En 1983 Alfonsín recibió la Presidencia de una Argentina arruinada por el despotismo militar, una deuda abrumadora, inflación infernal, un pueblo humillado y dividido y mil otras calamidades paralizantes. Entonces, moderado y contundente, se dedicó a reconstruir la Democracia y hacer a la nación gobernable en paz.
Además de lidiar con la postración económica, el golpismo corrosivo y el saboteo del sindicalismo peronista, Alfonsín sufrió la incomprensión de una prensa populista y de masas ávidas de revancha.
Y en tiempos de desenfreno de la anti política, nos interesa destacar que este hombre austero, pedagógico y tolerante, fue un político profesional, que antes de llegar a la Presidencia ya había sido concejal, diputado, senador y máximo líder de su partido Union Cìvica Radical.