Publicado en El Nuevo Herald el 16 de setiembre del 2016:
Un fenómeno precursor de la globalización a la cual asistimos en estos días, fue el nutrido intercambio de productos vegetales entre América y resto del mundo, a propósito del arribo a nuestras costas, remitido por los Reyes Católicos Isabel y Fernando, del Almirante de la Mar Océano, Cristóbal Colón.
Sabios de estos contornos como el colombiano Germán Arciniegas y el rPedro Henríquez Ureña, nos han presentado listados de los vegetales que vinieron y fueron, en esta beneficiosa correría de alimentos, medicinas, maderas y hasta sustancias non sanctas como el tabaco y la coca americanas, y los foráneos opio y hachís.
Entre los indudablemente americanos encontramos el cacao (chocolate), maíz, papa o patata, batata o camote, ocumo o malanga, maní o cacahuate, papaya o lechosa, guayaba, piña o ananás, zapote, cactos, sisal o henequén, maguey, yerba mate, quina, ipecacuana, vainilla, palo de Brasil, achiote, caoba, jacarandá, caucho, balatà, especies de frijoles y judìas, ajìes, chiles, aguacate o palta, tomate, chicle, palmeras, algodones, mangles, una miríada de plantas y hierbas medicinales…
Foráneas son la cebolla, el arroz, trigo, también especies de frijoles y judías, garbanzo, naranja (de China y Japón), la calabaza o ayote, auyama o zapallo (hay especies americanas), pinos, zanahoria, remolacha, apio, oliva…
Y encontramos vegetales que tan propiciamente se adaptaron a las condiciones americanas, que algunos piensan que son autóctonos como el mango y el tamarindo (originarios de la India), café (Arabia), el plátano o banana (sudeste de Asia), marihuana (Himalaya), caña (sur de Europa)…
De tal manera que el Descubrimiento o Encuentro de Dos Mundos, o como le plazca al interesado llamarlo, fue, a despecho de interpretaciones variadas (o ideologizadas), un momento fértil y provechoso en el discurrir del género humano.