Publicado en El Nuevo Herald el día 01 de julio 2016:
En tiempos de la Democracia Civil, antes de la pesadilla castrochavista, la Guardia Nacional (GN) venezolana era confiable y respetada por la población. Por eso cuando fui electo alcalde de una ciudad oriental del país, mi primer decreto fue para designar como director general de la Alcaldía, al General de División de la GN, Gonzalo Bajares Colmenares. Fue un lujo para mi haber tenido como segundo a ese experimentado y decente militar.
Antes la Guardia, creada en 1937 por el presidente Eleazar Lòpez Contreras, se llamaba Fuerzas Armadas de Cooperaciòn, porque cooperaba y era solidaria con la naciòn y los ciudadanos. Como diputado miembro de la Comisiòn de Ambiente del Congreso Nacional, trabajè mucho con oficiales de la GN y aprendì a estimarlos.
Ademàs del Resguardo Ambiental, las FAC o GN se ocupaba de la vigilancia de fronteras y costas, aduanas, seguridad y orden público, vialidad, protección de àreas rurales y bienes y edificaciones nacionales, lucha contra el narcotráfico, secuestros, extorsiones y terrorismo… Y todo lo hacían con errores y aciertos, pero en general de modo satisfactorio.
Con la nefasta llegada del castrochavismo, la GN fue convertida en un ominoso aparato represivo que, paulatinamente, fue controlada por el narcotráfico y las plataformas de espionaje del comunismo cubano. Antes el lema de la Guardia era “El honor es su divisa”, pero ahora la ciudadanía se lo cambiò por “El honor NO se divisa”. Es terrible como la camarilla Castro-Chàvez-Maduro-narcos acabò con la Guardia Nacional. Para ello contribuyeron oficiales impresentables de su comando, como Francisco Belisario Landis y Nestor Luis Reverol Torres.
El más reciente zarpazo de la GN, fue la provocación en el aeropuerto de Caracas, contra el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup. Fue otra muestra de la patética indignidad de un cuerpo, que la Democracia tendrá que rescatar para el servicio público.