Publicado en El Nuevo Herald el 6 de mayo de 2016:
Se dice que las andaluzas que son hijas, esposas y madres de toreros, se acostumbran a vivir con el miedo, con el corazón en la boca, porque sus hombres arriesgan la vida en la plaza, ante astados de quinientos kilos, cada domingo de fiesta brava.
Y es que a los matadores de trajes de luces, coletas y banderillas, nadie los obliga a su riesgo, ellos lo asumen por una pulsión ancestral, por cumplir “el eco de sangre a que responden”. Pero ese no es el caso de la joven periodista venezolana Andreìna Baduel, hija, hermana y novia de perseguidos políticos.
Su padre, el General en Jefe Raùl Isaìas Baduel, tiene màs de siete años preso y confinado, porque Raùl Castro convenció al aturdido Hugo Chàvez, de que su compadre Baduel era un enemigo. La verdad es que Baduel era peligroso para los Castro, porque le irritaba el descaro de la intromisión cubana en las Fuerzas Armadas de Venezuela.
Su hermano, Raùl Emilio Baduel, lleva màs de dos años en la cárcel por una orden de Nicolàs Maduro, que cumplió la jueza sumisa Iris Araujo; y su único delito es ser hijo del General. A Raùl Emilio lo torturan si su padre se atreve a emitir opiniones crìticas al castrochavismo.
Su novio, Gerardo Ernesto Carrero Delgado, durante estos dos últimos años, sufre vejaciones en los calabozos de Maduro y Castro, por promover manifestaciones pacìficas frente a las oficinas de la ONU. Su carcelera fue la jueza Marìa Eugenia Nùñez.
Hace un tiempo conversè con Andreìna Baduel en Repùblica Dominicana. Comprobè que ella es de esas mujeres criollas recias, que no se rinden, a las que no quiebra el dolor. De esas mujeres que los Castro, Chàvez y Maduro odian y temen, porque no tienen manera de doblegarlas.