El muy perspicaz narrador y académico hispano, Arturo Pérez Reverte, se lamenta de la propensión española a avergonzarse de su pasado, sus reyes y capitanes, hazañas geográficas, religión católica, intelectuales, de su Democracia que para los foráneos es un modelo, incluso de la batalla de Lepanto que salvó a la Cristiandad y que Cervantes no vaciló en llamar “la más alta ocasión que conocieron los siglos pasados”…
España, al igual que Inglaterra, Francia, Rusia, Turquía, Arabia, Estados Unidos, Bélgica, Alemania, Austria, Hungría… a lo largo de las centurias cometió los errores y excesos propios del afán expansionista, pero también aumento el tamaño del mundo con el descubrimiento de América y, a nosotros los latinoamericanos, nos legó nada menos que una lengua unificadora, el castellano.
Pero hay un afán autodestructivo en el gentilicio hispano que, ostensiblemente, heredamos los españoles ultramarinos, los del Nuevo Mundo americano. A nosotros como a ellos parecen gustarnos los suicidios y los autogoles.
No de otra manera se puede explicar que en momentos de estolidez el pueblo cubano se fascinó con Fidel Castro, el venezolano con Hugo Chávez, el nicaragüense con los patéticos nueve comandantes sandinistas, el hondureño con el veleidoso Zelaya, el boliviano con el cocalero Evo Morales y el ecuatoriano con el insufrible Correa.
Ahora es la mismísima España la que juega al suicidio y el autogol. El entusiasmo de las masas ingenuas y de los editores y periodistas “astutos” con el partido jurásico PODEMOS, revela una masoquista complacencia en la autodestrucción. Lo mismo se puede decir de los arrestos secesionistas de los demagogos que dirigen a Cataluña hacia el abismo.
Para ocultar su pensamiento anacrónico, marxista leninista, castrochavista hasta el mareo, los líderes de PODEMOS se disfrazan de jóvenes y modernos, con moños y blue jeans (prenda gringa) y gestos inocuamente transgresores como amamantar un bebé en pleno recinto de los diputados, o llegar al Parlamento en bicicleta para capturar fácilmente el regocijo de fotógrafos y camarógrafos.
Pero no nos llevemos a engaño. PODEMOS quiere crecer gracias a la convivencia democrática, con el abierto propósito de acabar con esa Democracia que desprecian. Al final los verdaderos perdedores serán los buenos ciudadanos que votan por los disfrazados del moño y la teta al aire y desde luego, los medios de comunicación social que serán perseguidos con saña por los que ahora promueven, en virtud de su apego al show y al escándalo.
Los venezolanos conocemos la trampa, por eso sabemos de qué hablamos cuando lanzamos estas angustiadas alarmas a nuestros queridos hermanos de la Madre Patria.