Sean Penn, el millonario cineasta norteamericano, ha sido amigo sin pudor de Hugo Chávez, Fidel Castro, los narcoguerrilleros de la FARC y ahora del célebre criminal Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Al ver las patéticas actuaciones y las deleznables amistades de Penn uno recuerda la frase del libertador Bolívar: “El talento sin probidad es un azote”.
En estos tiempos asistimos a la manía de los medios de comunicación social de presentar las “hazañas” de los capos de la droga, algo que toca la frontera de la apología del delito. Quisiéramos ver telenovelas inspiradas en la vida de figuras positivas como Einstein, Gandhi, Luther King, Vargas Llosa, Capablanca, Roberto Clemente, Mandela, Henriquez Ureña, Rubén Darío, Pelé, Rómulo Betancourt, Octavio Paz y Sor Juana, por ejemplo, en lugar de esas que nos presentan como humanos a sujetos alevosos de la ralea de Pablo Escobar y el Chapo Guzmán.