Cualquiera que haya vivido aunque sea tres días en Venezuela, sabe lo que queremos decir cuando afirmamos que el 6 diciembre nos jugamos a Rosalinda
Ya está claro para nacionales y foráneos: no hay manera legítima de que el castrochavismo pueda ganar las elecciones parlamentarias del próximo domingo 6 de diciembre. Lo único que se discute ahora es cuál será la diferencia a favor de los candidatos de la unidad democrática opositora.
Por eso todos los que padecemos exilio, o todos los que simplemente se ven forzados a vivir fuera del país, en razón de la ruina política, económica y moral producida por el golpista Chávez y sus esbirros, tenemos la obligación de apoyar el heroico esfuerzo de los que resisten a lo largo del territorio venezolano.
Nuestro apoyo podría consistir en:
Estimular a votar. El objetivo del castrochavismo es mediante el miedo, el mensaje confuso, las insolencias y las trampas, estimular la abstención. Cada uno de nosotros debe hacer, de aquí al domingo inclusive, cientos de llamadas y enviar miles de mensajes, por todas las vías ordinarias y digitales, para asegurarnos que nuestros amigos y familiares voten el domingo.
Defender los resultados. El castrochavismo desesperado puede convertir la noche del domingo en un concierto de violencia, de puñales rojos, de acción perversa de sus bandas fascistas, esos llamados colectivos armados, financiados y entrenados por el castrochavismo.
Para romper las puñaladas rojas, destruir ese escenario de atropellos, es necesario que la gente después de votar se quede en los centros electorales para defender a los testigos de mesa democráticos, e impedir el fraude.
Los que vivimos la adolescencia en bravos barrios caraqueños, sabemos que los malandros son cobardes por naturaleza, que arrugan cuando son encarados. Sobre todo estos malandros del chavismo, que están dispuestos a agredir pero son temerosos de la respuesta de los ciudadanos indignados. O sea, que si hay miles de personas en los centros electorales a la hora de los escrutinios, los bandoleros del chavismo, que como ya dijimos son correlones, se irán a joder para otro lado.
No aceptar el fraude. Si Maduro y su pandilla, aconsejados por su amo Raúl Castro, deciden un autogolpe, que no otra cosa sería desconocer la voluntad popular expresada con el voto, hay que mantenerse en la calle hasta que el pueblo y los militares democráticos hagan cumplir la Constitución Nacional.
Respaldar con nuestras denuncias. Los venezolanos que vivimos en el destierro, no somos otra cosa que plataforma de apoyo, caja de resonancia de los que luchan en Venezuela. Debemos multiplicar el esfuerzo para que los votantes allá y los ciudadanos del mundo, se enteren de los verdaderos resultados. Para desenmascarar a los castrochavistas, su CNE y su UNASUR, cómplices del autogolpe de estado.
El 6 de diciembre será una fecha histórica, de rescate de la Democracia y de reconciliación entre los venezolanos. No podemos dejar pasar esta oportunidad, si pelamos este boche la desgracia continuará enorme y larga. Cualquiera que haya vivido aunque sea tres días en Venezuela, sabe lo que queremos decir cuando afirmamos que el 6 de diciembre nos jugamos a Rosalinda.