El asesinato de Luis Manuel Díaz, dirigente democrático de Altagracia de Orituco, la población que atestigua a Guatopo, uno de los parques nacionales más frondosos de Suramérica, pone en evidencia que el castrochavismo y sus mayordomos, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, ya se dejaron engullir por el terror.
El terror los atrapó porque saben que ya no tienen manera de ganar limpiamente las elecciones parlamentarias venezolanas de este domingo 6 de diciembre; y, los desbordó porque ahora quieren imponerle el terror, el miedo, a los ciudadanos, para que se abstengan de votar y derrotarlos en esa promisoria jornada electoral.
Para la imposición del terror ya los instrumentos preferentes no son la Guardia Nacional que domesticaron, ni el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y las policías que corrompieron, no, ahora para evadir la censura internacional usan a los grupos de malandros llamados colectivos, que simulan escupir el odio y la violencia de manera espontánea.
Pero esos grupos de malandros son armados, entrenados, incluso en Cuba, por el gobierno castrochavista. Las motos, las armas, los salarios y hasta la siniestra vestimenta, les son suministrados por el régimen de Raúl Castro, Nicolás Maduro y el narcogorila Cabello.
Las agresiones a los líderes democráticos Henrique Capriles y Pizarro, el atentado al acto dondemurió el dirigente de AD Luis Manuel Díaz y estaba presente Lilian Tintori de López, un símbolo de la resistencia libertaria, demuestran que la violencia no es espontánea o silvestre, que la organizan, financian y ordenan desde la Presidencia de la República (y más exactamente desde La Habana), que la protagonizan entre otros, canallas conversos mercenarios del gobierno, como William Ojeda.
Pero se equivocan los castrochavistas, el Bravo Pueblo que el yugó lanzó ni se asusta ni se rinde. Las trampas, persecuciones y atropellos no lograran detenerlo. El 6 de diciembre va a votar masivamente para salir de la pesadilla que durante más de tres lustros agobia a Venezuela.
Los venezolanos votarán durante todo el día y marcaran la casilla TODOS abajo y a la izquierda del tarjetón. Después estarán presentes en los centros de votación en las horas del escrutinio, para proteger a los testigos de mesas y los resultados electorales e, inexorablemente celebrarán el triunfo del modo sereno, ordenado y multitudinario que corresponde a los devotos de la Democracia con mayúsculas.