“El nacionalismo es una de las ficciones malignas que ha causado más sangre y más muertos en la historia”.
Mario Vargas Llosa.
Aunque suelo estar plenamente de acuerdo con mi héroe intelectual Vargas Llosa, pienso que hubo excepciones, alguna vez el nacionalismo pudo tener sentido para superar las sociedades tribales, feudales, e incluso para bregar por la independencia de naciones sometidas de Africa, América y Asia.
Pero hoy en día el nacionalismo es una peste, tal como atinadamente lo sostienen el mentado Vargas Llosa, el líder socialista Felipe González y un elenco de los lúcidos que por nuestros entornos no escasean.
Ese nacionalismo catalán, revestido de populismo, demagogia e irresponsabilidad, es el que enarbola un sujeto conocido como Artur Mas, incompetente como gobernante y acosado por las inconsecuencias históricas de su partido y su fundador.
Para ocultar el fracaso de su gestión, el cabecilla de la Generalit de Cataluña ha tratado de encandilar con el fantasma independentista, lo que ha llevado al presidente de la Societat Civil Catalana, Rafael Arenas, a afirmar que esa política crea una sociedad fracturada, con posturas irreconciliables y sin soluciones a corto plazo.
Lo cierto es que Cataluña siempre fue y es parte de España. Que nunca hubo una nación catalana que los españoles conquistaran. Que más del 90% de los electores catalanes votaron por la vigente Constitución española, que no permite separatismos antojadizos como el que Artur Mas promueve.
Ni es cierto que Cataluña sea una víctima de la España castellana. Es una provincia con amplia autonomía, que ha progresado y progresa dentro del progreso general español, a la cual se le respetan su identidad, su lengua y a veces hasta sus caprichos.
La astucia electorera de Artur Mas y sus partidos aliados del independentismo, le está saliendo muy cara en términos de despilfarro de recursos y desprestigio internacional, al pueblo catalán. Afortunadamente la mayoría de la población ya está descubriendo que no vale la pena comulgar con esas ruedas de molino.
Y algo que no deja de preocuparme es qué va a pasar con el Barsa, en que liga va a jugar la oncena si triunfa ese independentismo aislacionista de Europa. Para ser coherentes en el fanatismo nacionalista, tendrían que salir de Messi, Suárez, Neymar, Rakitic, Iniesta, Alves, Mascherano, Sergi Roberto, Bravo y resto de los que no nacieron hablando catalán
Cataluña es española y España es catalana. De eso nos congratulamos nosotros, los hispanoamericanos, es decir los españoles ultramarinos, que proclamamos con Alberti: “Todo lo que suene y lo que consuene contigo, España, España, España”.