Cuando era un liceísta veía con respeto al universitario Roy Chaderton, compañero en las lides social cristianas, porque él era culto, rebelde y contundente a la hora de desenmascarar el dogma comunista que por entonces revoloteaba.
Años más tarde conversé con Roy varias veces en Caracas, Ginebra y Londres, y me siguió pareciendo un tipo intelectualmente denso, aficionado a la democracia y el libre mercado.
Pero la decadencia de Roy arrancó con su conversión en diplomático. Es que para él ese oficio siempre fue una estratagema para vivir como rico, con poca producción y mucha comodidad laboral. Además comenzó a ensayar una afectación cada vez más cercana a la fatuidad.
En las labores diplomáticas en tiempos de la Democracia Civil, Roy, con una mezcla de talento y obsecuencia, fue escalando posiciones. No llegó a ministro porque su regusto por la dolce vita le impidió concentrarse en su trabajo, reclamo de un objetivo de esa jerarquía.
Pero he aquí que Venezuela fue emboscada por el castrochavismo y Roy, sin tardanza y sin pudor, se entregó a los delirios de caudillo mundial del comediante eterno Chávez Frías. Para que lo hicieran canciller y lo mantuvieran en el disfrute diplomático, el otrora joven rebelde se convirtió en un mercenario obediente.
Chávez y Maduro humillaron a Chaderton porque lo sabían insincero y arribista. Y él a su vez los desprecia por ignorantes, ordinarios y calenturientos. Es un pacto de embusteros recelosos.
Vi en NTN 24 el video del discurso de Roy Chaderton en la OEA, en el debate por el atropellohitleriano de Nicolás Maduro a los humildes y pacíficos colombianos de la frontera. Fue un speech caótico y patético. En el tono anacrónico y aburrido de la ultraizquierda que más de una vez derrotamos en la Universidad.
Ahora Roy Chaderton es una caricatura de sí mismo. El de la rebeldía juvenil se murió. Y como hubiera dicho Jorge Luis Borges, “muerto ya no es ni el fantasma que antes era”.