“Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
Resucitando”.
María Elena walsh.
Cantautora argentina.
Los caudillos del neo comunismo manipulados desde La Habana, Beijing, Moscú y Teherán: Evo Morales, Daniel Ortega, Lula Da Silva, Nicolás Maduro, Cristina Kirchner, Manuel Zelaya, Andrés López Obrador, Dilma Rousseff, el obispo Lugo… son una calamidad; pero si alguno de ellos es despreciable, es Rafael Correa, un tipo engreído, mediocre e insolente, que martiriza a los ecuatorianos desde la presidencia de la República.
El viernes pasado asistí en Hialeah a un acto de protesta de los ecuatorianos de la diáspora, contra Correa, llamado también el Cuentero de Carondelet (1).
Llevaron la voz cantante en el evento, llamado ¡FUERA CORREA FUERA!, tres líderes patriotas de alto vuelo:
Andrés Páez Benalcázar, valiente y lúcido jurista y diputado, convertido en estos días en emblema de las movilizaciones callejeras contra Correa.
Carlos Vera, prestigioso y carismático periodista de televisión, con sus denuncias, artículos y libros escritos, una piedra en el zapato del insufrible Correa.
Emilio Palacio, perseguido con saña por Correa, símbolo de la libertad de expresión atropellada por ese furioso caudillo neo comunista.
El mandamás de Ecuador sustentó su abuso de poder en el control de los medios de comunicación y el cercenamiento del derecho ciudadano a la libre expresión; la represión abierta contra los disidentes; el soborno social masivo pagado con la elevada renta petrolera; la corrupción de dirigentes y militares; y el desenfreno de la demagogia, las mentiras y los trucos. O sea, el manido formato del neo comunismo o dictadura electoral.
Pero en los últimos meses el santo se le volteó a Correa. La gente se cansó de los atropellos y los ciudadanos, pobres, ricos y de clase media, están en la calle indignados con este capataz nacional. En las recientes elecciones locales recibió una paliza. Mermó su capacidad de compra de conciencias con el desplome de los precios petroleros, ahora le queda fingir que quiere diálogo, antes de lanzarse de nuevo a la represión y el fraude.
Rafael Correa se creía el amo de Ecuador. Alardeaba de haber destruido a sus adversarios. Estaba seguro de una reelección indefinida. De súbito se encontró, como el personaje castizo, con que: “Los muertos que vos matasteis gozan de buena salud”.
La unidad de la oposición democrática ecuatoriana reluce con vigor. En pié de lucha andan sin miedo y sin prepotencia, además de Páez Benalcázar, Vera y Palacio, figuras respetables como Guillermo Lasso, Jaime Nebot, Lourdes Tibán, Salvador Quispe, Cinthia Viteri, Mario Pazmiño, Paul Carrasco…
(1).
(Cuentero) mentiroso del palacio de gobierno de Quito, llamado de Carondelet.