El apellido Pedroza es criollo, llamativo y de solera. En Venezuela hubo con esa denominación un candidato presidencial folclórico, pero simpático y buena gente. También un excelente anunciador de boxeo, de cuando las peleas mundialistas se escenificaban en el Nuevo Circo de Caracas.
Ahora aparece rebotando en el show político mediático un señor Pedro Pedroza. Se exhibe con un discurso virulento e injusto. Acusa a los líderes de la oposición democrática de estar vendidos al gobierno de Castro-Maduro-Cabello; al coordinador de la MUD, Chuo Torrealba, de comunista; y proclama que como los chavistas por sus mañas son invencibles, entonces lo mejor es no votar.
Es extraño que el señor Pedroza llame a la abstención. Que la gente no vote es exactamente lo que quiere el castrochavismo. El sueño de ellos es que haya por lo menos un 70% de abstención, para poder ganar las elecciones con el 19% de voto duro que les queda.
Por eso el castrochavismo juega a crear miedo y una sensación de impotencia electoral. Para que la gente se asuste, piense que su voto no vale, se desmoralice y no acuda a votar el 6 de diciembre. Insistimos: la abstención es para ellos una precaria tabla de salvación.
Pero lo peor que nos puede pasar no es que el castrochavismo nos atropelle con sus trapacerías, si no que la gente no vote y ellos puedan legitimarse electoralmente con el menos de 20% de apoyo que les resta.
Afortunadamente ni el señor Pedroza tiene razón ni el castrochavismo va a lograr su objetivo abstencionista. Se sabe que los ciudadanos obstinados de la pesadilla que inauguró Chávez hace más de tres lustros, VAN A VOTAR MASIVAMENTE. Incluso los chavistas descontentos ven al 6 de diciembre como su oportunidad para castigar a los Castro, su mayordomo Maduro y el narcogorila Cabello.
